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El sentido de la fiesta en 5 puntos
20/11/2015 | Categoría: Noticias | Etiquetas:
La fiesta es un hecho fundamental en la vida humana. No consiste solo en comer y beber mejor que otros días, o ponerse ropa de fiesta sino que conlleva un sentido profundamente antropológico y teológico. De esta manera, el hecho de preparar la fiesta se convierte en un trabajo de gran importancia para la sociedad y el hombre. Más contó María Jesús Soto-Bruna en la sesión La fiesta: ¿Por qué celebrar algo y alegrarse?, dentro del curso de Cocina de Autor. A continuación ofrecemos algunas de las ideas expuestas.
- Cada fiesta es una celebración de la vida misma
Para poder celebrar una fiesta, es indispensable aceptar primero la vida como un don y no considerarla como una carga pesada. En realidad, el sentido original de celebrar una fiesta es expresar y vivir en un ritual excepcional la conciencia de la aceptación de la vida y de la armonía y comunión con el mundo. Es precisamente la falta de esta conciencia lo que hace que hoy en día muchas veces la fiesta no es vivida de manera eficaz.
- La fiesta es el recuerdo y el anticipo del paraíso
Hay una unidad entre bellas artes y la fiesta: las dos se fundamentan en la aceptación del mundo y de la existencia humana. Tanto como el arte, también la fiesta se sitúa fuera de nuestra realidad ordinaria y nos hace vislumbrar el paraíso de las formas primordiales incorruptas. Y en esto consiste precisamente el carácter festivo de cada fiesta: ser el recuerdo y el anticipo del paraíso.
- Para la familia la fiesta es fundamental
La ruptura con lo cotidiano y el ocio unido a la alegría da lugar para renovar los lazos y alegrarse juntos. Es un momento de diálogo e intimidad que se pueden desgastar muy fácilmente en el estrés de cada día. Esto se patentiza en la comida familiar, que es tantas veces el escenario de las “acciones simbólicas”.
- Toda fiesta es esencialmente religiosa
Cada fiesta es celebración de un don recibido, y en el fondo del mayor don que es la vida misma. Por eso, en realidad en toda fiesta que lo sea de verdad, se hace presente una realidad trascendente: el don de la vida y su Dador. Toda fiesta es esencialmente religiosa aunque no lo sea en sus elementos exteriores o en sus motivos inmediatos.
- La dimensión estética hace del mundo un hogar
La fiesta va siempre unida a la belleza: la decoración, comida cuidada, ropa festiva. En definitiva, lleva consigo una dimensión estética y esta no es un asunto superficial, no es una cuestión de apariencia sensible, sino que alcanza al núcleo más vital del ser humano. Gracias a ella, se puede conseguir que la realidad sea amable, acogedora y hacer del mundo un hogar en el que el habitar se corresponda, no sólo con sus necesidades vitales, sino con su anhelo de gozar de la verdad y del bien.
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