En el marco de la III Edición de Hospitality: la respuesta para un mundo mejor, Cristina Bofarull, responsable del área de Consultoría del CEICID, realizó una Radiografía sobre los Ecosistemas de Cuidado, ofreciendo una mirada multidisciplinar sobre el impacto de generar entornos que prioricen el bienestar integral de las personas.
La propuesta de Bofarull parte de una premisa contundente: los ecosistemas de cuidado son lugares donde se cuida, espacios que trascienden lo asistencial y van desde hospitales y escuelas hasta hoteles, restaurantes, parques urbanos, comercios o servicios financieros, sin olvidar las casas familiares, ecosistema básico de cuidado. “Cuidar es una acción, no un sentimiento», afirmó, señalando la necesidad urgente de revalorizar el cuidado como una práctica social esencial.
Una aproximación teórica desde la ética y la estética
Durante su intervención, Bofarull se apoyó en los trabajos de dos autoras de referencia: la politóloga, Joan Tronto, y la filósofa estética, Yuriko Saito, cuyas visiones complementarias permiten abordar el cuidado tanto desde su dimensión estructural como cotidiana.
Tronto entiende el cuidado como una actividad esencial para la vida humana y un pilar de la justicia social. Propone cinco fases del cuidado: reconocer la necesidad, asumir la responsabilidad, proveer el cuidado, recibirlo, y cuidarlo en comunidad. Esta última fase, “caring with”, incorpora la solidaridad y la confianza como elementos esenciales para sostener el cuidado de forma colectiva.
Por su parte, Saito introduce la estética del cuidado, subrayando que la forma en la que se cuida —el tono, los gestos, la presencia— es tan importante como el acto mismo. Promueve una visión donde ética y estética se entrelazan, y donde la atención al detalle, la gratitud y la humildad permiten crear belleza en lo ordinario.
Del discurso a la acción: crear ecosistemas de cuidado
Bofarull hizo hincapié en que el cuidado no debe limitarse a los sectores sociosanitarios. En su radiografía, aboga por una visión holística en la que cualquier ámbito profesional o cotidiano puede y debe ser un ecosistema de cuidado: desde la maternidad en hospitales hasta el acompañamiento al final de la vida, pasando por la educación, la hostelería, el comercio o el deporte.
La ponencia también sirvió como llamado a los profesionales del sector: “Nuestro día a día construye entornos de cuidado. Podemos dejar un legado si somos conscientes del impacto de nuestras acciones”.
Hacia una revolución del cuidado
En un contexto marcado por el individualismo, la mercantilización de las relaciones y la obsesión por la eficiencia, Bofarull propuso una “revolución del cuidado” basada en la atención, la responsabilidad compartida y la sensibilidad. “El cuidado está dejando de ser invisible. No importa si está de moda o no. Lo que importa es que es una necesidad urgente”, concluyó.